Mayo

 

¡Oh gratas primaveras

Que alegráis las andinas cordilleras!

Cómo a su primer rayo

Rompe en flores la pampa solitaria!

¡Es la hermosa estación de la plegaria,

Mes de las almas y la gloria, ¡Mayo!

La errante luz en el jardín se posa:

Colorea el clavel, pinta la rosa,

Y derrama triunfante en su carrera

La risueña cascada de colores

¡Estación de las flores,

juventud de las almas, ¡primavera!

Cuántos rumores en el patrio río,

Que despeñado desde el monte umbrío

Se deshace en espumas;

La alfombra de las hojas cubre el suelo,

Y pasan por el cielo

Aves y nubes e irisadas brumas.

El valle, cual colmado canastillo,

Luce su pompa al brillo

Del sol: vierte el moral en el sendero

Sus blancas flores y el purpúreo grano:

Y el maíz, en la pendiente y en el llano,

Corónase de plumas altanero.

Bajo toldos de verde enredadera,

A la opuesta ribera

El brazo extiende la orgullosa puente;

Y vestida de helechos y de grama,

Los aires embalsama,

Y mírase en la límpida corriente.

En vértigo, la rueda del molino
Gira entre el torbellino

De las raudas espumas: cubre el techo
El blanco polvo como tenue gasa;

Y adentro el trigo pasa

De la ancha tolva en la prisión estrecho.

A la sombra del sauce

Duerme el agua en el cauce,

Donde murmura queda;

Y viciosa y lozana,

Se baña en la corriente la líana

Que encima de los árboles se enreda.

En medio el pradecillo de claveles,

Cual nido que se esconde en los vergeles,

Surge en el bosque la heredad modesta,

Do el humo del tejado lento asciende,

Donde la lumbre que la esposa enciende

Es del esposo fiel la única fiesta.

En torno el arrogante

Monte que cine en oriental turbante
La neblina que al campo da frescura;

La ciudad cual bandada de palomas,

Se recuesta en las lomas,

Y las plantas oculta en la espesura.

¡Oh valles de la patria! oh azulada

Linde que cercas la feliz morada

¡Donde habita la paz! Aquí los huertos

Están siempre y los setos florecidos,

Y calientes los nidos,

Y es alegre aún la casa de los muertos.

Cuanto la vista abarca

En la andina comarca

Se elevan de la Virgen los altares,

El ara de los campos se improvisa,

El musgo la matiza

La consagra el amor de los hogares.

En concierto perenne

Los campanarios suenan; y solemne

Un himno nuevo canta

La vieja Catedral, y a los remotos

Montes lleva sus ecos, como votos

Que a los cielos levanta.

En la pobre capilla

¡Cómo risueña brilla

La Imagen de la Virgen de la Escuela!

¡Cuántas rosas y lirios

Qué de nevados cirios!

¡Cuánta plegaria que a los cielos vuela!

Y las cestillas llenas

Vierten en los altares azucenas;

Ensaya la inocencia el dulce arpegio

Mezcla de queja y bendición y orgullo;

Y en creciente murmullo

Los cánticos se escuchan del Colegio.

¡Qué cartas a la Virgen dirigidas

De querellas henchidas!

En hojas de color con orlas de oro

Qué cosas se escribían inocentes:

Ansias locas y súplicas ardientes,

La primera pasión, el primer lloro.

También yo te escribí... Puse temblando

En tus manos la carta. - Yo, ignorando

Del mundo, te pedía

Un hogar a la vera de mi calle;

Una heredad en el nativo valle

¡Y el don de la adorable poesía!


Remigio Crespo Toral

0 comentarios:

Si crees que mi labor te ha sido de utilidad y de ti nace aportar con este blog, puedes invitarme un café.
Gracias mil.

 
// //